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Corredores Biológicos

CORREDORES BIOLÓGICOS......algunas dudas.

Roberto Trincado C.
Asesor fitosanitario
Santiago, Mayo del 2005

El problema

“Corredores biológicos” es un concepto que se está posicionando en la jerga agricultora; como ejemplo reciente, el Vol. XXX Nº 272 de la revista, contiene 2 publicaciones (Pág. 9 y 18) en que se recomienda practicarlos. Con el ánimo participativo que Chile Agrícola inspira, en pro de la sustentabilidad del agro, se ofrece una reflexión crítica:

Según dichas opiniones, entre otras prácticas, la inclusión de una franja de vegetación florida al interior de un huerto o viña, operaría como “corredor biológico” dada su mayor biodiversidad; con benéfico impacto, especialmente en la autoregulación de plagas y enfermedades; sin embargo, más allá de las doctrinas introductorias, no se indica el fundamento técnico de rigor que valide su FUNCIONALIDAD en el agroecosistema chileno. Se trata, por tanto de una simple hipótesis, con evaluación pendiente, de la que no se pueden extraer recomendaciones de manejo.

La aclaración puede ser oportuna, especialmente para exportadores de agroproductos frescos, quienes se encuentran adscritos a un riguroso sistema de barreras cuarentenarias que protegen el mercado externo de la presencia de cierta fauna nativa como: Pseudococus viburni Maskell, Naupactus xanthographus (Germar) y Brevipalpus chilensis Baker, (chanchito, burrito, arañita), sólo por citar algunos ejemplos de especies polífagas muy comunes en todo tipo de “corredores” chilenos. En tales casos, obligatoriamente, el manejo sanitario implica una vigilancia metódica y control estricto que nada tiene que ver con falta de conciencia ecológica; al contrario, así se toma en cuenta la peculiaridad biótica del país y se respeta el patrimonio sanitario de otras naciones.

En el caso de la producción agroindustrial y/o con destino al mercado interno, de todos modos la presencia de dichas especies fitófagas u otras, suelen desencadenar plagas severas y por ello se procura, monitorear, confinar y reducir los focos; contrarrestando a toda costa (integrada y racionalmente) su dispersión.

Y ....¿qué hacer?

La valoración agroecológica de la biodiversidad vegetal asociada a los cultivos, tanto espontánea (ex “malezas”) como intencional: coberturas, cercos vivos y ornamentales, más allá de prejuicios y modas, plantea una serie de valiosas interrogantes, por cierto vigentes; en el ámbito fitosanitario, se destacan las siguientes:

  • La influencia real de las especies vegetales asociables a los cultivos, en la bioregulación de plagas y enfermedades.
  • La eventual potencialidad, de la fauna benéfica de asociaciones vegetales nativas, en el control biológico de plagas silvoagropecuarias.
  • La tipificación de asociaciones botánicas regionales como base trófica de sistemas de autorregulación fitosanitaria.
  • D) La identificación y evaluación de la potencialidad de organismos biológicos capaces de controlar vegetación espontanea potencialmente competitiva en los cultivos.

Parece obvio que previo a la recomendación de un “corredor biológico” destinado a suplir defectos comprobados en el control natural de alguna plaga específica de un cultivar determinado, en una localidad definida; se debe explicitar la composición botánica, con “nombres y apellidos”; esto resultará infundado si no se responde con anticipación a una cuestión básica, la funcionalidad: ¿Qué vegetales asociables a cultivos pueden aportar presas alternativas que incrementen la población de los enemigos naturales requeridos y, sin diseminar a la vez especies nocivas?

Resuelto lo anterior, se pueden abordar otros aspectos colaterales, por ejemplo: aporte de polen y néctar como alimento complementario para algunos biocontroladores, influencia microclimática favorable al control biológico, efecto repelente, atrayente o dispersante de plagas o sus antagonistas. No se deben descuidar asuntos no estrictamente sanitarios, como el impacto en la nutrición de los cultivos, el costo económico de las eventuales variaciones en el manejo, etc.

En fin; un florido corredor parece una bonita idea; además, por algo algunos extranjeros los usan, pero sin la rigurosidad experimental mínima, los resultados pueden ser mera cosmética y falacia en Chile; un despilfarro insustentable y antiecológico, como todo desperdicio de recursos; y si la “imagen país” importa, sin subestimar la conciencia de los consumidores, bien se podrían invertir, por ejemplo, en hermosear parte de las fealdades sociales, tan comunes aún en nuestro progresista y querido terruño.

Lectura recomendable:

  • ALTIERI, A. 1992. Biodiversidad, agroecología, y manejo de plagas, California, USA; Traducción Ed. CETAL, Valparaíso, Chile 162 p.
  • GONZALEZ, R. H., 1989. Insectos y Acaros de importancia agrícola y cuarentenaria en Chile. Ed. Ograma, Santiago, Chile. 310 p.
  • MATTHEI, O. 1995. Manual de malezas que crecen en Chile, Ed. Alfabeta impresores, Santiago, Chile, 545 p.
  • PRADO, E. 1991. Artrópodos y sus enemigos naturales asociados a plantas cultivadas en Chile. INIA, E. E. La Platina., Serie Boletín técnico Nº 169. Santiago, Chile. 206 p.
  • RAMIREZ, A. 1989. Malezas de Chile. INIA, E. E. La Platina. Serie Boletín técnico Nº 15, Santiago, Chile, 80 p.
  • RIPA, R. 2003. Control natural del burrito de la vid. Revista. Chile Agrícola Vol. XXVIII Nº 262 p. 134.
  • TRINCADO, R. 1993. Control biológico de arañitas dañinas para la agricultura. Revista Chile Agrícola Vol. XXVIII Nº 263 al 266.
  • ZUÑIGA, E. 2003. La agicultura ecológica. Revista. Chile Agrícola Vol. XXVIII Nº 263 p. 153.
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