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Lepidópteros, un aporte al paisaje

¿LE GUSTARÍA CULTIVAR MARIPOSAS EN SU JARDÍN?

Roberto Trincado C., Rossana Casabona N.
Santiago de Chile, X 2000

Se puede suponer que el gracioso revoloteo de estos vistosos insectos ha cautivado la curiosidad y fascinación humana, al menos desde el principio de la conciencia; y luego, con nostalgia por un remoto y bucólico pasado libre y silvestre, sin extenuantes complicaciones ciudadanas.

En el devenir de la civilización, las mariposas han sido protagonistas del desarrollo de aspectos de tanta trascendencia como la concepción filosófica del alma, cuando diversas culturas hicieron una analogía entre la resurrección metamorfoseada de la mariposa y algún místico equivalente que apoye la ilusión de derrotar la muerte; note la semejanza, por ejemplo, entre crisálidas y sarcófagos faraónicos. En griego, el vocablo Psyche señalaba el espíritu de los muertos pero también: mariposas de la noche. Así se fue poetizando que tras los despojos de los buenos se podía incubar la gloria Los Lepidópteros, insectos de alas escamosas (polillas las de vuelo nocturno y mariposas las diurnas), tuvieron un sitial de honor en el génesis de las ciencias naturales y exactas, acompañando los primeros balbuceos de la zoología entomológica, la taxonomía, filogenética evolutiva, y la reciente ecología, solo por citar algunos ejemplos.

En las bellas artes, la literatura y la economía, también han estado presentes, sea como alimento (incluso actualmente constituyen exquisito manjar para varios pueblos), o como devastadoras plagas de cultivos agroforestales; liderando la milenaria ruta de la seda; encarnando sutiles simbolismos líricos o simplemente por ser hermosas.

En Chile, connotados entomólogos han consagrado sus vidas a desentrañar los misterios de las mariposas: ¿Cómo están distribuidas geográficamente?, ¿Cuales son sus hábitos de vida?, ¿Qué papel juegan en la ecología?, etc.; así, se ha ido construyendo un bagaje de conocimientos que, a pesar de su carácter aún introductorio, constituye un inapreciable tesoro para quienes aún se conmueven ante las maravillas de la naturaleza.

Lamentablemente, el diagnóstico hasta el presente, resulta alarmante: Chile se encuentra en vías de desertificación por auspicio de cambios climáticos globales, fenómeno del cual todos somos cómplices en cuotas diaria pero variables de gases causantes del “efecto invernadero”; la erosión negligente de los suelos y la miseria rural que presiona sobre los recursos naturales, son otros “pequeños detallitos” de la llamada “globalización” de la economía. Como consecuencia, está siendo devastado el hábitat de muchos representantes de la comunidad biótica; incluidas, numerosas especies únicas para el mundo y por supuesto varias mariposas, con grave degradación de la biodiversidad y empobrecimiento del ambiente humano.

El asunto se complica aún más al adicionar factores como la contaminación urbana; el uso y abuso de agrotóxicos en el campo; la acción de ciertos organismos “benéficos” importados como auxiliares agroforestales, por ejemplo en el control biológico de plagas pero que usualmente atacan o desplazan a especies inofensivas, no por eso menos dignas. También, impera la vulgar costumbre de copiar modelos de jardinería foránea excluyentes de la flora nativa, con grotesco daño al buen gusto y al Paisaje, el cual ya tiene suficiente ruina con el reemplazo acelerado de extensas zonas de bosques nativos (ricos sistemas biodiversos y complejos) por monótonas plantaciones forestales exóticas (simples monocultivos, desiertos verdosos).

Sin embargo, fundamentar el derecho a la vida de “bichos insignificantes” en un país que ostenta escandalosos niveles de miseria (en la más amplia acepción del concepto) es tan apabullante y anacrónico como defender la prioridad social de las flores, sutilesas éticas o simplemente lo bello.

Se debe reconocer que tampoco es una situación límite que demanda el salvataje desesperado de las mariposas urgente, aquí y ahora. Las mismas que aún existen, fueron testigos del humilde origen de las primeras hordas humanas y no es de extrañar que, aunque disminuidas en número, contemplen sin gran asombro el auto exterminio de la única especie dotada de inteligencia que alguna vez tuvo responsabilidad sobre el planeta.

Cuando se extingue una forma de vida diferente (fenómeno absolutamente irreversible), somos nosotros las verdaderas víctimas, puesto que nos vamos quedando cada vez más vacíos y mal acompañados por las nefastas consecuencias de la ignorancia, la displicencia y la negligencia.

Simplemente se pone en manos de personas que respetan la naturaleza (al menos, al punto de presumir inocentes a los seres a quienes no se les haya comprobado culpas inexcusables), un listado preliminar de plantas que sirven de hospedero (alimento) para larvas de algunas mariposas (anexo); así, podrán ser incluidas en los criterios de diseño y mantención de jardines, parcelas y todo tipo de áreas verdes manejadas. Las mariposas en estado adulto, debido a que son virtuosas voladoras, tienen mayores opciones de conseguir su alimento, especialmente entre representantes de la flora nectarífera nativa; algunos grupos botánicos importantes para ellas son: Compuestas, Onagráceas, Leguminosas, Santaláceas y Crucíferas.

LISTADO ACTUAL: VER ADJUNTO MAS ABAJO

FUENTE BIBLIOGRÁFICA

  • HERRERA, J.; M. Etcheverry y C. Hochleitner. 1958. Los Pyrginae de Chile, (Lep. Hesperiidae). Rev. Chilena de Entomología 5: 143 – 182. Santiago.
  • HOFFMANN, A. 1995. Flora Silvestre de Chile, Zona Central, Ed. Fundación Claudio Gay, Santiago. 255 p.
  • PEÑA, L. G. 1.996 Las Mariposas de Chile, Ed. Universitaria S.A., Santiago. 360 p.
  • PEÑA, L. G. 1.986 Introducción al estudio de los insectos de Chile, Ed. Universitaria S,A., Santiago. 253 p.
  • PRADO, E. C. 1.991 Artrópodos y sus enemigos naturales asociados a plantas cultivadas en Chile, Boletín técnico N° 169, INIA, Santiago. 207 p.
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