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Cydnodromus

Neoseiulus californicus (McGregor), 1954

Roberto Trincado C. - Invierno, 2006

En el ámbito agrícola, para muchos afortunados, el invierno es una época generosa en espacios de tiempo libre; o al menos sin la vorágine del resto del año; por ejemplo, antes o después de una merecida desconexión de los temas pendientes de campo (vacaciones), es posible hacer pausas, desviarse de la rutina y reflexionar, con mayor profundidad de lo habitual, sobre lo hecho en la temporada que termina; repensar estrategias; reforzar conocimientos; sistematizar para aprovechar la experiencia y tal vez compartirla; ser críticos, autocríticos y siempre constructivos, etc.

Un saludable hábito es volver a las bibliotecas y revisar las novedades que estoica y desinteresadamente va legando la ciencia en los múltiples tópicos del desarrollo; sin embargo, sobre manejo de plagas de “arañitas” hay un problema: ¿bajo qué denominación buscar información sobre el principal controlador biológico de ácaros fitófagos en Chile?, en este como en otros aspectos fitosanitarios de la Producción Integrada (incluye: orgánica, limpia, ecológica, etc.), conocer el nombre científico de la especie en cuestión, es un prerequisito inexcusable; sin embargo, actualmente parece no haber unanimidad en las publicaciones, ¿por qué?:

Etimológicamente, ácaro podría ser traducido como “sin precio” y esto es lexicalmente ambiguo pues se podría entender: “despreciable” o todo lo contrario: “invaluable”, en definitiva esto puede depender del ácaro de que se trate y de la connotación que a este se le otorgue; por ejemplo, desde que el Sr. Baker describió al abominable y ultracuarentenario Brevipalpus chilensis en 1949, a partir de 4 ejemplares requisados junto a los limones de un otario turista chileno en Nueva York, nadie ha osado cambiarle el nombre; a la inversa otro ácaro, pero esta vez un benéfico depredador de la Familia Phytoseiidae descrito por el Sr. Dosse en 1958, ya acumula un nutrido prontuario de nombres. Por si esto no es tan antojadizo, se intenta una explicación:

  • En el año 1951, el número de fitoseidos conocidos en el mundo, escasamente sobrepasaba las tres decenas, las que fueron clasificadas en unos pocos grupos taxonómicos bastante amplios en la caracterización morfológica; en esos años, el depredador descubierto en Chile calzó fácilmente en un Género establecido por el Sr. Scheuten en 1857 y la especie, consignó el lugar de origen, dándose inicio a la existencia documentada de Typhlodromus chilenensis.
  • Pero actualmente, los ácaros fitoseidos, debido a su fama como auxiliares agroecológicos, superan los dos millares de especies descritas; esto ha permitido diferenciar subgrupos que a la postre han sido reconocidos como nuevos Géneros “todos semejantes..... pero unos más que otros”, entonces el Sr. Berlese apartó lo que denominó Amblyseius en 1914 y esto exigió reubicar al depredador en una renovada denominación: Amblyseius chilenensis.
  • De modo similar y transcurriendo el año 1948, esta vez el Sr. Huges, seguramente alarmado por el gigantismo de Amblyseius, segregó parte de las numerosas especies en un nuevo Género, surgiendo así Neoseiulus chilenensis. En 1961, el Sr. Muma propuso Cydnodromus, que no se diferencia en nada de Neoseiulus, por lo cual no es aceptable; pese a ello, se ha citado un Cydnodomus chilenensis. N. chilensis y N. chilinensis, son meras y humanas erratas.
  • Por último, un hecho crucial que va más allá de la modernización genérica: algunos taxónomos notando gran similitud morfológica entre especies de distintos países, realizaron un estudio de compatibilidad reproductiva entre una cepa chilena y otra californiana, concluyendo que se trataba de la misma especie y que por 4 años de antigüedad en la fecha de publicación, corresponde a Neoseiulus californicus (McGregor, 1954); ESTE ES EL NOMBRE VIGENTE.

Ya aclarada, la identidad (provisoria) del ácaro, se puede continuar la búsqueda de información que permita aprovechar sus virtudes, no hay que quedarse en la semántica. Pero cabe la duda: ¿será genuinamente californiano el mentado N. californicus?; dada su condición cosmopolita y común en hospederos agrícolas, es muy probable que se trate de un integrante más de la lista de polizones incógnitos que han viajado, desde la edad de la carabela o antes, sobre plantas distribuidas tan generosa como incautamente desde Europa al orbe; incluso, se puede dudar de su origen mediterráneo, remontando periplos previos desde regiones asiáticas, una historia pendiente.

FUENTE: Moraes, G.J.de; J.A. McMurtry, H.A. Denmark & C.B. Campos. 2004. ZOOTAXA 434, A revised catalog of the mite family Phytoseiidae: Ed. Magnolia Press; Auckland, New Zeland: 109-110.(en web)

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